Quinto Número Acento Propio
Tapa - N° 5 - 11/05/07

T.P.S: Todo para Saladillo


En medio de la reactivación económica, en 2005 Tandil dejó escapar una inversión productiva única en la región. Por los desmanejos políticos y las trabas administrativas, la ciudad perdió puestos de trabajo para decenas de vecinos y una potencialidad industrial notable en pleno crecimiento. La ventaja se mudó a Saladillo: allí la compañía ya invirtió 5 millones de dólares y empleó a 70 personas, aunque promete tomar más personal en los próximos meses. "Estamos super conformes", exclamó un funcionario de esa Municipalidad.


Thyssen que anda bien

Es una de las grandes frustraciones de Oscar Maggiori. Cuando un periodista sólo se lo balbucea, el ingeniero entra en cólera. Junto con el proyecto de fabricación porcina "Piaras" -que mostró eufórico el secretario de Desarrollo Local por sus presuntos futuros beneficios al desarrollo de María Ignacia- "Thyssen Plastic Solution" (TPS) resulta una herida que impactó duro en la ciudad. Y, además, caló hondo como mensaje para los inversores que alguna vez pensaron en Tandil como destino de sus proyectos.

TPS, la empresa que en 2005 se fue de Tandil por la puerta de atrás, en medio de un clima político enrarecido, hoy es sinónimo de pujanza económica en Saladillo.

“El otro día viajaba por la ruta, miro al costado y veo la planta inmensa que tiene Thyssen. Me agarraba la cabeza, qué iba a hacer", comentó al pasar el secretario general de la Unión Obrera Metalúrgica, seccional Tandil, Carlos Reyes, todavía lamentándose por la chance desperdiciada. El mismo sentimiento aún perdura en muchos dirigentes de la ciudad.

Algunos números testimonian por qué aquella estampida productiva resultó tan perniciosa.

El año pasado, las inversiones privadas registradas en la Provincia alcanzaron los 9.680 millones de pesos ( 3.110 millones de dólares), el triple que hace sólo dos años, lo que constituye el registro más alto en los últimos seis, de acuerdo a los últimos índices del Ministerio de la Producción bonaerense, que conduce Débora Georgi.

Las inversiones en formación de capital durante el último año se distribuyen entre ampliaciones de la capacidad instalada de unidades existentes (60 por ciento, 5.780 millones de pesos) y nuevas radicaciones; es decir, construcción de nuevas plantas industriales, comerciales y/o de servicios (40 por ciento, 3.900 millones de pesos).

El informe oficial marca que "se destaca una mayor participación relativa de las inversiones de firmas extranjeras con respecto a las nacionales sobre el total invertido y representaron un 65,6 por ciento del total de anuncios de proyectos".

Pues en este contexto, TPS juega (entre otras compañías) un papel central. Según la administración bonaerense, la planta de silos bolsa ya implicó un desembolso privado de “5 millones de dólares”.

De todas maneras, el convenio firmado con la Comuna de Saladillo estipula que esa cifra ascenderá a los "20 millones de dólares” y será fuente de trabajo para “veinte empleados en los primeros seis años de vida como mínimo". El último punto ya quedó sin efecto: en menos de 12 meses la firma empleó a 70 personas, casi tres veces el número acordado.

"En Tandil los manosearon"

Acento Propio quiso conocer en detalle qué se estaba perdiendo este polo productivo sin Thyssen. Para averiguarlo, esta publicación consultó a José Trentino, director de Producción de la Municipalidad de Saladillo, quien a poco de comenzada la entrevista mostró su satisfacción por la apuesta que hizo dicha Comuna al atraer estos capitales. Los registros de ventas parecen darle la razón: "Ahora está saturada de pedidos, y están funcionando a full", reveló.

Luego, señaló que "por falta de camiones y el problema del piso, la gente del campo está volcándose claramente a ese producto, porque permite almacenar los granos durante un largo tiempo, para luego trasladarlos a la ciudad en momentos de mayor viabilidad en cuanto al transporte".

"Prácticamente la totalidad del personal pertenece a nuestra ciudad", recalcó el funcionario, pues la decisión que "en su momento tomó el intendente (el “correligionario” Carlos Gorosito) resultó importantísima. Cabe aclarar que la Comuna hizo una inversión muy grande, pero hoy se está justificando", valoró.

Trentino destacó que, pese a que la compañía apuntó a la elaboración de silos bolsa, proyecta en el corto plazo ampliar su oferta al "caño de termofusión; que sumaría cantidad de empleados como producción general". Más tarde fue tajante: "TPS está desbordado por la gran cantidad de solicitudes" que requiere el mercado.

La Municipalidad de Saladillo afiló el sentido de la oportunidad y creó las condiciones para convertirse en un imán del emprendimiento. "Se compró un terreno de cinco hectáreas y media sobre el acceso a la Ruta 51 (ex Antigua Estancia "Don Roberto", a la altura del kilómetro 187) y realizamos las gestiones necesarias para asegurar la potencia de energía eléctrica que una planta de esta dimensión exige". De esta manera, el lote fue cedido por el Estado local en comodato por un plazo de 10 años, a condición de que TPS continúe su marcha en el partido. Caducado ese período, quedará en manos del propietario de la firma.

Así lo consensuaron todas las fuerzas partidarias, inclusive las del Concejo Deliberante. "Se asumió, como una política prioritaria de gobierno, el fomento, incentivo y apoyo a emprendimientos productivos que traigan aparejados, directa e indirectamente, beneficios para la comunidad, que puedan crear puestos de trabajos y acrecienten la importancia económica del partido en la región, la provincia y el país", pregona el convenio.

Si bien el director saladillense evitó ahondar en los pormenores políticos que llevaron a la firma a salir de nuestras sierras para radicarse en ese distrito bonaerense, no olvidó que "la empresa se vio muy manoseada en Tandil".

Paralelamente, Trentino no dudo en marcar su "satisfacción" por los frutos económicos que viene dejando Thyssen, a la luz de que "la táctica de la compañía es tomar gente joven egresada de los colegios técnicos, así como egresados de nivel terciario y facultades, sobre todo ingenieros. Tienen personal bien capacitado y pagan muy buenos sueldos. Inclusive, algunas personas dejan otros trabajos cuando encuentran la oportunidad de ingresar en TPS. Se respetan todos los beneficios sociales, y se desenvuelven en turnos corridos de ocho horas. Estamos superconformes, porque no tienen personal en negro y tampoco explotan a sus operarios", agregó.

También echó por tierra que se produzcan daños al medio ambiente como efecto colateral, un punto que por estos pagos generó cierta polémica. "Para nada", dijo. "Ni siquiera generan humo, pues todo funciona con electricidad y material importado".

Si bien el mercado interno argentino se plantea fuertemente favorable, TPS contempla entre sus objetivos a mediano plazo -agregó- "la exportación al Mercosur".


Memoria para no repetir

El desplante oficial al titular de la entidad privada, Claudio Zichy Thyssen, fue un hecho a guardar en la memoria tandilense para no volver a tropezar con la misma piedra.

"Yo, personalmente, fui a la intendencia y en la recepción de promoción industrial no nos atendieron. Dejamos el número de teléfono para que el responsable (Oscar Maggiori) nos llamara. Nos quedamos almorzando en Tandil, pero nadie respondió". Ese mismo día, el viernes 29 de abril, el empresario decidió levantar el emprendimiento de nuestra ciudad.

"El funcionario público que tiene que dedicarse a promover la industria debe estar presente o, por lo menos, llevar el apunte. Debe escuchar cuando uno quiere presentarse", eran las declaraciones de Thyssen a la AM local.

Para colmo, el jefe comunal lo dejó “plantado”. “Para hablar con el intendente fui personalmente cuatro veces y nunca lo encontramos. Después nos mandaron al Parque Industrial, hasta que, por intermedio de una radio y otra gente, nos abrieron las puertas”.

Pero, según Thyssen, ya era demasiado que soportar: “Siempre parecía que entrábamos en una calle sin salida cuando intentábamos hablar del proyecto”.

Fue, instaló y ganó


“Vini, Vidi, Vici” (“Llegué, Ví, Vencí”), contó Julio César al senado romano su clave para derrotar al rey Farnaces. “Llegué, Vi, Gané” podría ser la frase del conde Claudio Thyssen en Saladillo dado el éxito de su emprendimiento en esta localidad bonaerense en la que decidió asentar su proyecto luego de que en Tandil, desde la Comuna, se le fueron cerrando las puertas, desplante tras desplante.

Pero llamativamente,o no, en Saladillo, todos se consideran ganadores.
Mientras nuestro secretario de Desarrollo Local Oscar Maggiori (foto) ostenta el inexplicable y trágico mérito de haber logrado ubicar a Tandil en el fondo de la tabla de las radicaciones industriales que se hicieron en el territorio bonaerense (pese a contar Tandil con un potencial mucho mayor al resto: ubicación, transportes, mano de obra, perspectivas de crecimiento, inversiones, etcétera) en aquella ciudad del noroeste provincial los trabajadores -y el resto de Saladillo- también interpretan que hicieron negocio.

“Debo reconocer que lo que Thyssen significó algo espectacular para nuestra ciudad”, dijo sin ningún titubeo el delegado del Ministerio de Trabajo, doctor Osvaldo Lacunza. En su caso, el funcionario destaca su enfoque a partir del desempeño de la fábrica en su relación con los empleados.

“El trato que se les da a los trabajadores es excelente”, dijo sin necesidad de aclarar, por supuesto, que los casi setenta empleados se encuentra en blanco. “Los llevan y traen en un combi nueva, y tienen gestos muy cordiales con ellos. Sinceramente, pocas veces encontré trabajadores tan conformes con la patronal. Están chochos”, aseguró Lacunza.

Sin dudas la intuición del intendente tandilense y su secretario de Desarrollo Local falló en todos los planos. “Mire, como muestra de lo que es esta gente de Thyssen basta un botón: –contó un vecino de Saladillo a esta publicación- esta firma necesitaba construir una estación de electricidad para poder bajar el mayor voltaje que comenzó a demandar la fábrica.

Y como antes en la intendencia se les había prometido un precio de la electricidad más barato, se hicieron gestiones para “emparejar” esa que podríamos llamar deuda de palabra, pero resulta que la obra de la estación transformadora era muy cara. Y Thyssen no anduvo con vueltas: sin esperar a la Municipalidad, no pidió resarcimiento ninguno y directamente pagó de su bolsillo los trabajos para adaptar el voltaje”.

Lacunza vivió algo parecido desde el Ministerio de Trabajo. Dado el nivel de ocupación que implicó la puesta en marcha de la producción de silos plásticos, la cartera oficial bonaerense evaluó la alternativa de apuntalar la movida en marcha y por ender hacer llegar a Saladillo líneas de apoyo (planes de fomento de empleo que reparten la responsabilidad de solventar los puestos entre el estado y el privado) “pero no hizo falta, cada uno de los puestos de trabajo quedó consagrado con plenos beneficios que corren por cuenta de la empresa”.

Cosa de Burros

Las salas populares de Tandil, ejes de la vida social y pedagógica de la comunidad, vuelven a ser olvidadas, esta vez por el incumplimiento de los desembolsos mensuales. Hasta fines de abril, las bibliotecas sólo habían recibido de la comuna la cuota de enero. Estos fondos, esenciales para la subsistencia de las entidades, además están desactualizados. Un reclamo reiterado, que no debería existir.


Un viejo adagio pregona: "Leer es cultura". Encierra la frase un lugar común y naif para algunos, erosionado por el aluvión de Internet para otros, pero de saludable consenso colectivo, al menos en el discurso. Queda bien decirlo. Es políticamente correcto, claro. Pero resulta menester practicarlo, de hecho. Para que no agonice en retórica de circunstancia.

Las bibliotecas populares de nuestra ciudad son bastiones de la inserción social claves en el entramado colectivo. Son mucho más que el plausible empujón para el abandono del analfabetismo. Excede la hermosa aventura de bucear en un cuento infantil o la posibilidad de hacer los deberes de la escuela en un lugar donde casi todo está en los estantes. Allí, más cerca o lejos de casa, múltiples actividades vinculadas al desarrollo humano son factibles. Cursos para aprender a tejer, talleres de idiomas, clases de apoyo escolar, instancias lúdicas para los párvulos miles.

Todo convive rodeado de los ejemplares más modernos y aquellos que todavía hay que desempolvar. Su permanencia en cada punto del partido, sobre todo en los sectores más vulnerables, no resiste la menor discusión. Y el Estado aquí debe ponerse la cinta de capitán, para hacerse responsable de garantizar un derecho constitucional básico: la cultura.

Pues bien, en este marco se erige incomprensible que una cosa tan importante para la vida de todos los vecinos se torne olvidada por las autoridades. Sin embargo, sucede. En Tandil, el Gobierno comunal sigue atrasando el pago de subsidios a las bibliotecas, acordados y anunciados con bombos y platillos (ver aparte). Desde que comenzó 2007, la Comuna sólo abonó la cuota correspondiente a enero, la cual dicho sea de paso- se entregó recién en marzo. No es la primera vez: esta situación tiene sus capítulos anteriores desde 2004 a esta parte.

También "desactualizados"
Teresita Díaz, presidenta de la Asociación de Bibliotecas, confirmó los atrasos. “Pagaron nada más que enero, y hasta la fecha (última semana de abril) no tenemos noticias. Además, la Asociación visitó el Palacio Comunal en reiteradas oportunidades con vistas a que se aceleren los desembolsos.” La funcionaria responsable de la Dirección de Educación del Municipio, Graciela Saliani, es la encargada de dar respuestas a la morosidad en que incurre la Comuna.

La mayoría de las entidades cobra un subsidio por la mínima categoría: 300 pesos. Con lo que, sin el reconocimiento de la Provincia y la Nación, se les haría imposible "subsistir de esa manera", recalcó Díaz.

Más tarde redundó en la necesidad de que la Municipalidad "actualice" las cifras que destina en materia de subsidios, sobre todo porque "se hicieron modificaciones a la ordenanza original", para incorporar a la administración local de las bibliotecas de la ciudad el mismo porcentaje que recibieron de aumento salarial los trabajadores. Desde el 1º de enero, y tras un consenso entre el Ejecutivo y el Deliberativo, el personal de la Comuna recibió una suba del 20 por ciento en las remuneraciones. Por lo que, en ese orden -entienden sustentados en la normativa vigente-, también deberían aumentar los subsidios a las casas de lectura de acceso público. En diciembre de 2006, el asunto había recibido el guiño político del Concejo Deliberante.

Por otra parte, las tardanzas en la liquidación de esas partidas no son -lamentablemente- ninguna novedad. En años anteriores se repitió esta situación de espera que mantuvo preocupados a los responsables de los establecimientos. "Se fueron regularizando a raíz de tantos pedidos y llamadas telefónicas" a las autoridades, especificó Díaz.

Con lo justo

Tandil tiene 22 bibliotecas populares, de las cuales solamente cinco obtuvieron el reconocimiento del Gobierno de la Provincia. El resto depende casi exclusivamente de los 300 pesos que llegan -muy tarde- de Belgrano al 400.

Asimismo, la tabla de categorización, dividida en tres rangos (A-B-C), se define según la capacidad de prestación que presenta cada entidad. Esto quiere decir que obtienen más recursos del Estado las que mejor están, tanto en edificio físico, como en cantidad de volúmenes y masa societaria.

Por caso, sólo las del microcentro, como "Bernardino Rivadavia" y la "Sala de Lectura", están en la máxima categoría.

Los encargados de las bibliotecas deben justificar con facturas que lo acrediten las erogaciones en que invierten el dinero del subsidio. Muchas de ellas, lo gastan en insumos básicos, como el servicio de gas o energía eléctrica. Otras, con más suerte, pueden comprar algún libro. En ese contexto, solventar al personal resultaría toda una quimera si dependiera de la ayuda municipal.
Si bien evitó el calificativo de "crítico" a la hora de definir el panorama general, Teresita Díaz no dejó de admitir que la situación es "difícil".

Un ejemplo tangible surge cuando se piensa en la Feria del Libro, que tiene lugar en la Capital Federal, evento al que -en teoría- no deberían faltar los representantes de las bibliotecas del distrito.

"Hay cuatro que ya recibieron un apoyo económico para viajar y adquirir libros, pero las demás dependen de una ayuda para conseguir una combi y la entrada al predio ferial. Muchos tienen allí la oportunidad de conocer" este encuentro nacional.

Cuando los funcionarios municipales son interrogados acerca de las razones que merecen el atraso en el pago de subsidios a las bibliotecas, ruge una respuesta al unísono y en tono coral: el presupuesto.

La vieja deuda con los libros

Los retrasos en el abono de subsidios no es un tema novedoso. Ya en marzo de 2006 la Comuna adeudaba esta mensualidad a las casas de libros.

En la oportunidad, Graciela Saliani, reconoció en los medios de comunicación el no pago y explicó que dicha situación se debió a la incertidumbre generada por la falta de aprobación del presupuesto de ese ejercicio.

No obstante, la funcionaria se vio obligada a decir que se habían firmado las órdenes de pago.

En diciembre de 2004, el Ejecutivo anunció que se reglamentaría una vieja norma para que se cuadriplique el pago de subsidios municipales a las bibliotecas tandilenses, con una inversión anual de unos 100.000 pesos.

En esa ocasión, la noticia era tomada con natural beneplácito por aquellos directivos que tienen la fuerte responsabilidad de mantener en pie estos espacios.

La decisión de poner en los hechos esta vieja ordenanza, sancionada en 1987, estuvo acompañada por un gran elogio a la legislación, que ediles e integrantes del Gobierno no dudaron en colocarla en el lugar de "una de las mejores votadas en el recinto".

Allí se discriminó a las salas en cuatro categorías, de acuerdo a sus capacidades de prestación, tipografía que implicaba pagos mensuales, abonados por la Comuna, que iban desde los 300 pesos a los 900 pesos.
De hecho, el entonces subsecretario de Gobierno y hoy titular de Economía, Matías Civale, consideró "impecable" la propuesta.

Y el concejal lunghista Gastón Morando, llegó a recalcar la intención de que las entidades "se consoliden y puedan ir subiendo de categoría", al tiempo que "buscamos afianzarlas porque debemos promover el hábito de la lectura y no que pase como los datos que aparecen en los diarios capitalinos, en el sentido de que el 52 por ciento de los argentinos, en 2004, no leyó un libro". Al joven edil el archivo le jugó una mala pasada.

Entrevista al maestro Héctor Maisano

De chico soñaba con ser jugador de fútbol. Hasta que un día, a través de una curiosa estrategia, su padre lo entusiasmó con el piano y nunca más dejó una pasión que hasta le valió ser tentado para acompañar nada menos que a Julio Sosa.

A los 22 años le habían dicho que reemplazaría por un mes al profesor Isaías Orbe en el Colegio San José. Se quedó 29 años. Ahí, como a lo largo de su vida, la sencillez, la honestidad, la dedicación y el bajo perfil lo convirtieron en “el profesor de música Héctor Maisano”. Una leyenda viviente. El más amado que pisó la escuela.

Yo me animo

La fiesta con la cual el Colegio San José homenajeaba hace pocos meses a su personal más antiguo transcurría con las emociones habituales de esos encuentros, hasta que por los parlantes una voz pidió que pasara a recibir su medalla Héctor Maisano. Entonces, el chico que todos los ex alumnos llevaban dentro construyó una ovación unánime y espontánea. Ciento de manos aplaudieron a rabiar. Era el testimonio y el premio más grande de todos para el “profesor”; sin duda, la figura más querida que pisó el Colegio San José.

La historia empezó con una suplencia: “Estaba trabajando en la Escuela Municipal, que habíamos inaugurado en 1962 con el recordado maestro Orbe y las dos hermanas Cid, Cristina y Graciela, y a Orbe le apareció un problema en el corazón y pidió a ver si podía reemplazarlo un mes, porque debía hacer un tratamiento en Buenos Aires”, recordó Maisano en una extensa charla con Acento Propio. Una excusa para escuchar confidencias y rendir un nuevo homenaje a una de las figuras ineludibles de Tandil.

“Le dije -recuerda el profesor, de sus inicios-: `Está bien, Maestro, yo me animo. Ahora, no sé… no conozco nada, al San José nunca fui´. El Maestro me llevó y me presentó. Me llevó a primero, a segundo, a tercero, a cuarto año. Me miraban de arriba abajo. Para colmo, yo era medio moderno para vestir y usaba la patilla media larga: tenía las lanas que ya no tengo… Y me hice cargo. Pasó el mes, vinieron las vacaciones. Listo. Pensé que había terminado todo. Pero no. Por ese entonces, con 22 años, yo tocaba en las orquestas desde los 15. Un domingo venía de actuar en el último baile del carnaval en Unión y Progreso (se hacían como quince bailes seguidos) y me acosté a las 7 de la mañana. Estaba a punto de empezar el año lectivo, y me llamó un amigo, Hugo Echevarne, el secretario del Colegio San José: al maestro Orbe le había dado un infarto.

Hugo me dijo que tenía que hacerme cargo otra vez. `Mirá, hace una horita que me acosté, ¿cómo voy a ir a dar clases así? No puedo, imposible´, le dije.
-Tenés que venir- insistió-.
-No, disculpalme, así no voy.
-Entonces empezás a las 2 de la tarde.
-Bueno, está bien, voy.
Creí que era pasajero. Pero luego también me hice cargo del primario. Al final, pasaron 29 años”.

-Y en un colegio bastante ortodoxo por cierto…
-Sí, ¿qué te parece?, pero a mí me gustaba mucho la enseñanza. Estaba en eso desde 1962, y además, paralelamente, trabajaba de noche los fines de semana.

-¿A los curas no les molestaba esa situación?
-Y… eran más clásicos, pero yo necesitaba trabajar. Y, encima, viajaba los domingos, porque estudiaba los lunes en Buenos Aires.

-Hace poco fue el más ovacionado por varias generaciones de alumnos.
-Sí, en la Rural. Fue algo hermoso. Esa relación con los pibes es un capital hermoso. Me paran por la calle, me saludan… A algunos no los reconozco porque, claro, están casados, con barba, pelo largo. Qué se yo por qué me quieren… tal vez por mi forma de ser, mi carácter; además, era un tipo que andaba en todos lados, tenía mucho contacto con gente. Y les enseñaba en serio. O, tal vez, porque a mí la plata nunca me interesó, no sé… porque el éxito, en la época que yo estaba en el San José, tampoco se pensaba como ahora. No era tanta la exigencia material. De lo único que me preocupaba era de que los chicos tuvieran un ejemplo de moral y de ética; cómo comportarse en la vida, y que hay que luchar en ese aspecto. No hay como la escuela para eso.

La mano de Dios

Aunque parezca extraño, Maisano no siempre tuvo vocación por la música. “Fue la mano de Dios”, dice él, un profundo creyente.

Por entonces, su familia vivía en Juan N. Fernández. “Mi papá fue a tocar con una orquesta allá, se conocieron con mi mamá, se casaron y formaron un cuarteto, en el que mi madre tocaba el piano embarazada de mí. Y el piano quedó. Después lo trajeron a Tandil. Cuando yo era un poco más grande mi padre me dijo: “Estudiá”. Pero no, yo quería ser jugador de fútbol, ¡qué piano ni piano! ¡Si encima decían que era para mariquitas! Si habré tenido problemas con los pibes… Me he agarrado a piñas y todo, porque yo estaba con la profesora, pasaban y me decían `qué hacés, marica…´. Imaginate: una vez la dejaba pasar, dos… pero, cuando ya no estaba la vieja mirándome desde el zaguán, se armaba.

“Bueno, entonces mi viejo era un permanente `estudiá, estudiá y estudiá´. Y yo que no quería saber nada. El insistía, me trataba de incentivar con el bandoneón, para que lo acompañara. Un día se cansó: `¿Así que no querés estudiar?´. Entonces agarró y cerró el piano con llave. Yo tendría 13 o 14 años. Me quedé pensando, mirando el techo. Me planteé: `Por qué no aprovechar el piano, si está acá´. Y Dios me iluminó. A los dos o tres días le dije al viejo que quería tocar el piano, y me dijo: `No, ahora no. Ahora ya no´.
-Pero yo quiero estudiar ahora…
-Ahora no, no lo hiciste cuando te dije. Ahora, no.
Esperé unos días más. Y volví a la carga. Le dije: `Papá, ¡quiero estudiar piano! Ya vi a una profesora y todo (una señora que vivía a la vuelta de casa)´. Me comprometí. Y él me dio las llaves.”

El piano de los Maisano nunca más se cerró. Y el entusiasmo creció cada vez más. “Nos juntábamos para tocar en los cumpleaños, con mi viejo, solo o como fuera, y a los quince años debuté con una orquesta que se llamaba “Los Zorros Grises".

“Mi padre tocaba con Ferrer y había un pianista de España que era muy bueno, y papá le dijo a Ferrer: `¿qué te parece si traemos al pibe?´. Ferrer tenía dudas: `¿Andará? Vamos a probarlo´. Ferrer escribía las partituras. La verdad, el primer tiempo me costaba una barbaridad; yo pensaba que no iba a andar. `Estudiá, que vos vas a andar´, me apoyaba mi padre. Y estudié, estudié y estudié. Me fui entusiasmando, y luego pasé a hacer yo mismo los arreglos. Después, formé el Cuarteto París, y ni pensar en dejar”.

Juventud alegre y pura…

Aunque la docencia y el tango le deparaban una vida a pleno, un día Maisano se preguntó qué iba a ser de su vida: “¿Soy un buen músico o me tomo esto como un hobby? ¿Pongo el pie en el tren o me quedo en Tandil?”. No anduvo con vueltas: “Me dije: `quiero ser un buen músico´, y me fui a estudiar”. Maisano buscaba profundizar experiencias en armonía, contrapunto y composición. Buscaba la “universidad” de la música, con los profesores José Luis Gregorio, el maestro José Martillota y Pedro Arturo Aguilar.

La elección, obviamente, le dio vastos conocimientos; pero, sobre todo, gratificación espiritual. Eso sí, el dinero siempre lo vio desde lejos. “Si me hubiera dedicado a la cumbia hubiera ganado mucho más”, bromea hoy Maisano, sin arrepentimientos. “Pero siempre fui de perfil bajo. Ni siquiera me gustó que vinieran a entrevistarme cuando estrenaron una obra mía en Olavarría”.

-¿Por qué ese perfil tan bajo?
-No lo elijo: soy así, soy yo. Cuanto más inadvertido paso, para mí mejor.

-Las gratificaciones materiales son escasas para los músicos de estos géneros. Otro, en su lugar, tal vez se sentiría que hubo un poco de injusticia…
-No sé. Injusticia fue lo que sucedió con Piazzolla en la Argentina: fue el músico del siglo XX y ¿cómo lo trataron? Como la última porquería. Tuvo que luchar contra todo el mundo, contra sus propios colegas. Decían que era el asesino del tango. Y nunca hubo tal asesinato.

-Convengamos que usted es un fanático.
-Es que, además del genio, fue el músico que obligó, con su forma de ser y de transmitir la música, a que los demás músicos volvieran a estudiar. Porque antes se vivía de noche y se dormía de día; no se estudiaba. De golpe, hubo que estudiar y, claro, ahora hay tantos que tienen la influencia de él… Fue como Wagner, en 1810, que dejó tanta influencia que durante muco tiempo no podían despegarse de él.

-Con esa formación es de imaginar que usted odia a Los Beatles.
-¡¡¡Nooo!!! Para mí, los Beatles son extraordinarios. Me enloquecieron. Me encantaron los temas que tenían. `Esto es distinto a todo´, dije, ¡Las voces que han creado! Y, con el tiempo, se fueron superando en una forma brutal.

-¿Ya no existe más esa dedicación que cultivaban los músicos en aquel entonces?
-Si, cómo no. Eso es algo que no se va a terminar nunca. En Tandil tenemos a Javier Logioia, nieto de Orbe, que ganó el concurso para director estable de la Sinfónica de Buenos Aires, y va a dirigir una ópera en el Teatro Argentino.

-Tipos que entregan su vida a una pasión.
-Es que es así. En todo debe ser así. Hace poco estaba el pibe este… el tenista famoso, Mariano Zabaleta, corriendo, y detuvo su entrenamiento para saludarme, de lejos: “Chau profe, genio”, y me pregunté, “¿por qué me dice esas cosas?” Y yo creo que tal vez sea por las cosas que les he dicho a los chicos en clase, porque perciben que uno les habló con sinceridad, con palabra simples. Y eso es involucrarse. Hay que involucrarse.

-No se olvide que esta es una publicación política… y eso último es toda una definición política.
-Y está bien. A los 70 años, yo soy un convencido de que hay que participar y debatir. Este país no ha tenido equilibrio: hemos ido de una gran dictadura a un gran libertinaje. Y así es que la Argentina aún no salió del infierno. Pero mientras haya gente honesta, yo veo que hay una luz después de muchos años de oscuridad. Y en Tandil, creo que, de una vez por todas, hay que buscar gente honesta, que tenga un pasado del cual no avergonzarse, y que se comprometa a trabajar con honestidad. Es lo que dije al frente del aula, siempre: “Alguno de ustedes, el día de mañana puede ser diputado, o Presidente los señalaba a los pibes- y tienen que tener un futuro que sea honesto. Compórtense con honestidad. Sé que hay cosas de la escuela que no les gustan, pero es eso lo que los va a formar. No hay mejor capital que la honestidad.


Julio Sosa, la historia que no fue


En Pinto al 700, el local donde ahora funciona un tenedor libre, se dio en los principios de los 60 un diálogo que estuvo a punto de cambiar el destino de Héctor Maisano: allí lo tentó Leopoldo Federico para que pasara a formar parte de la orquesta que acompañaba al uruguayo que arrasaba con todo, Julio Sosa.

El “varón del tango” había actuado en el Club Santamarina con la orquesta que dirigía Leopoldo Federico y que integraba otra leyenda, Oscar Ferrari. Oscar Poli -cantante, taxista y amigo de los músicos locales-, un fanático del Cuarteto París, fue quien al término de aquella presentación invitó a toda la orquesta a trasladarse hasta “El Trébol”, la confitería donde se presentaba el cuarteto de Maisano.

“Muchachos tengo algo para ustedes, para que los vayan a escuchar, los invito”, dijo Poli. Y aceptaron. Cuentan que Leopoldo Federico se volvió loco. Sorprendido por la presencia del célebre bandoneonista entre su público, Maisano no dudó en ir a saludarlo durante el intervalo. Pero Federico lo madrugó:
-Pibe, ¿qué hacés acá? Vos no podés estar acá.
-¿Cómo no voy a estar acá? Si vivo de esto, aparte tengo la escuela, todo…
-Una lástima. Pero cuando quieras, venite. Yo tengo la orquesta estable de Radio Belgrano, y aparte la orquesta con Julio….
Maisano quedó pensativo. Pero tras un prolongado cabildeo optó por desechar la posibilidad. “No me animé -cuenta ahora-. Tenía 22 años y mi familia, todos mis afectos en Tandil”.

Tiempo después, Beto Matti, el bandoneonista del Cuarteto París, fue a estudiar con Federico.Y corroboró el impacto que el pianista tandilense había tenido en él:
-¿Che, y el pianista aquel? preguntó Federico.
-Es amigo mío. Tocamos juntos respondió Matti.
-Era una barbaridad. Nunca me olvido de él.
Pocos años después el destino cortó la estridente carrera de Julio Sosa, pero la propuesta siempre replicó dentro Maisano: “Tal vez fue un error no haberme ido. No sé”, confiesa. “Pero no quise dejar la familia, los viejos. Uno está muy arraigado”.


Las bodas de oro del Cuarteto París
Siempre está volviendo

Gardeliano, apasionado de Julio Sosa y de Roberto Goyeneche, fanático al fin de todos los estilos del tango, desde Troilo hasta D' Arienzo, el profesor Héctor Maisano tiene una explicación muy sencilla para entender por qué el tango sobrevivirá, pese a lo que digan: “Tiene mucha amplitud. Cada cual lo toca como quiere”.

Autor de obras sinfónicas, de cámara y tango, Héctor seguirá con la música hasta el fin de sus días. “Hasta que me muera”, promete. En la tierra ya tiene un heredero de lujo: uno de sus hijos, Alejandro. Excelente guitarrista de rock, entre otros estilos.

Pero, mientras tanto, Maisano padre tiene mucho por recorrer: en Europa ya comenzó a dar vueltas un disco que contiene un tango de su autoría.
“Un amigo mío becado en Alemania desde hace diez años, Juan María Solare, tuvo la oportunidad de que Riccordi le editara un disco. Pero el gestor de todo eso fue Juan Perone, que vino y me preguntó si tenía un tango, porque estaba la posibilidad de que entrara un tango mío sobre quince compositores argentinos. Y quedó entre los seleccionados.”
Mientras tanto, 2008 será el año de las bodas de oro del Cuarteto París. Y el año del regreso. El cuarteto que integraban -integran- Héctor Maisano (piano), Norberto Matti (bandoneón), Aldo Matti (contrabajo) y Merei Brahín, tuvo un tremendo éxito en Tandil durante larguísimos años. La explicación era bastante sencilla: un estilo tan particular que no le
envidiaba nada a las mejores colegas porteñas de los 60 y 70.

Tal el así que, en 1962, invitados por el sello “Teca” el de Troilo, Salgán y tantas celebridades tangueras- grabaron un disco, en tiempos donde eso era un privilegio de unos pocos. Una vez más, los amigos fanáticos del Cuarteto París fueron lo que se encargaron de hacerlos llegar a la cima: la devoción tanguera de Walter Levi convenció a Castrogolpe, un capo del sello Teca, que escuchó a Brahín, Maisano y los hermanos Matti. ¿Conclusión? A los pocos días estaban grabando.

También quedaron grabadas en el alma de miles de tandilenses las veladas en la confitería de la cima del Parque Independencia, donde varias generaciones se dibujaron a sí mismas al ritmo de los compases del Cuarteto. El mismo que volverá a mediados del año próximo para celebrar sus bodas de oro.