Nacido en Rafaela, Raúl Troncoso es desde hace décadas el dirigentesocial más importante de Tandil. Venerado merced al inmenso alcance de su tarea social, algunos le temen a su inclaudicable valentía que, sin proponérselo, él define en una frase: "El que no corre riesgos, no crece". Cerca de los 70 años, el padre Raúl, pieza clave en el armado comunitario local, no duda en calificar de superficiales a las políticas públicas municipales: "Habría que profundizarlas más, mucho más", sostiene. Y proclama la necesidad de un debate mucho más amplio para consensuar políticas que vayan mucho más allá de una gestión.
Jamás se presta a entrevistas. Pero aceptó. Cuesta horrores sentarlo frente al grabador y que se suelte. Pero se sentó. Y habló, horas. La intención editorial estaba más que lograda, pero, tratándose de él, corresponde una confesión: como dijera Borges de Cortázar, si “tratamos de resumirlo, verificamos que algo precioso se ha perdido”.
En esta entrevista Raúl Troncoso ofreció definiciones rotundas y abrió su corazón; él, que tanto aborrece hacerlo mediáticamente. Sin embargo algo precioso se pierde en el paso hacia la palabra escrita: su lenguaje coloquial, el sentido del humor omnipresente, su luz propia, su magnetismo, en fin, son imposibles de transcribir.
Prueba de ello es el inicio mismo de la charla con Acento Propio: Troncoso a las carcajadas.“Vengo de estar con el nuevo obispo (el reemplazante de Bianchi Di Cárcano), allá en la capilla Santa Rita –contó- . Me he divertido tanto, resulta que el obispo estuvo en la “Acampada”, con más de 360 chicos, y en una de esas uno le preguntó si había tenido novia, entonces dijo: “¿Vos sabés lo que pasa?, eso lo tenía guardado en el disco rígido, vino un virus y chau!, me borró”.
Las risas no se terminan ahí. Raúl no pudo contenerlas y se le aflauta la voz cuando cuenta que se encontró con la sobriedad de un “curita nuevo” – de “cuellito negro y todo eso”- que acaba de llegar para atender la iglesia de Santa Ana (en reemplazo de Garciarena), devoto del violín, muy sobrio él, que ahora confluye con el padre Marcos: “¿Te imaginás: uno con charango, todo desalineado (Marcos) y el otro bien vestido y con violín?, jejeje. Qué te cuente el padre Kelly si no, que el otro día puteaba que daba calambre: era la hora de la siesta y no podía dormir del alboroto que salía de la computadora de Marcos; salíó a buscarlo y Marcos no estaba. Era la máquina que se disparó solita con las clases de charango …’pará, pará que lo bajo’, apareció disculpándose Marcos, jejeje”.
Quién dijo que todo está perdido
Troncoso exhibe un entusiasmo vital con la marcha de la Parroquia del Santísimo Sacramento, y no le va a la saga con el tema de las nuevas vocaciones: “Venimos muy bien, si este año no entran cinco o seis que no valga.. porque hay gente que está pensando mucho en eso, y existe todo un clima, tanto en barrios como en gente universitaria”.
También está más que conforme con liderazgos jóvenes entre quienes asisten al Seminario y otros espacios: “Hay grupos muy comprometidos, grupos que están en la Universidad, en distintas agrupaciones, pero todos con un compromiso social fuerte. Y eso no cualquiera lo tiene”.
-Pero ninguno de esos liderazgos se inicia a partir de la política. ¿Es preocupante ese divorcio con la política?
-No, porque si formás bien, después tienen la capacidad de una elección política, después van viendo por dónde ir.-No todo está perdido, entonces.¡¡¡Noooo!!!. Mirá cuando te dicen que “la juventud esto, la juventud lo otro”… qué se yo… si vos laburás, te metés, la gente entiende. Yo sé que el joven de hoy tiene otros problemas, que no es una época de cambio sino un cambio de época; todas esas cosas las tengo claras. Pero si vos estás con ellos y estás cercano, la gente siempre se va a comprometer -cuando tiene un ideal de vida o un proyecto de vida-. Alguno lo madura antes, otro después, otro después de haber fracasado, qué se yo; cada uno tiene su camino. Y nosotros los apoyamos en todo lo que podemos.
-¿Los partidos han abandonado el objetivo de formar a los jóvenes?
-Me parece que hay algo de eso, creo que mucha gente se ha anquilosado. Y hay mucha otra gente que tiene perspectivas y ya está de vuelta en lo político; entonces piensa en una forma distinta, mucha gente piensa el recambio. Por eso hay que estar cerca y ver, porque uno globaliza inmediatamente y no todo es así; yo estoy de acuerdo, es cierto, que tiene que haber un cambio -completamente de acuerdo- pero no podemos negar la experiencia de determinadas personas.
“Hay que adelantarse al camino”
La mirada del cura más reconocido de Tandil es ecléctica: “Cada uno saca aquello que lo ayuda a crecer, vas viendo, hay tipos que tienen esto, aquello, hay tipos que tienen esta cualidad, esta otra”, opina, pero con lo que no comulga es con la crítica: “Para mí el que descalifica es un tipo que perdió los ideales. Es decir, podés o no estar de acuerdo, pero no podés descalificar y a veces, me parece que en los partidos políticos pasa eso, ¿no? se descalifica a todos”.
-Después del “que se vayan todos”, pareciera que no hay una participación importante en los partidos.
-Sí, pero hay una participación de la sociedad civil muy fuerte. Atendamos: en Tandil tenemos trescientas y pico de organizaciones no gubernamentales, eso es un laburo fuerte; algunos serán el nombre y nada más, pero hay mucha gente laburando. Y muchas que no aparecen en organizaciones de este tipo, pero sí organizaciones barriales, pequeños grupos. Yo lo digo un poco por el Banquito de Pobres. Acá hay mucha gente trabajando, mucho más de lo que pensamos: en Tandil tenemos instalados como 80, 90 créditos y ahora hay como 50, 60 más, pero también tenés Vela, Azul, Juárez, Chaves... Todo coordinado desde acá. En Mar del Plata tuvimos el último encuentro y fueron 1.800 prestatarios de todo el país.
-¿Cuál es la clave?
-Apostar a todas estas cosas, que son herramientas de la educación popular, y la característica fundamental en ellas son las mujeres en los barrios. Las mujeres son las que realmente llevan las cosas adelante; se va creando un espacio determinado donde después tienen necesidad de ese espacio para seguir creciendo. Y en los barrios las líderes son ellas. En los barrios de Tandil, no hay dudas.
-Volviendo a la crítica: ¿por qué se critica tanto desde los partidos políticos?, ¿falta un “mea culpa?, ¿o sencillamente se critica más de lo que corresponde?
-Supongo que hay varios elementos. A veces está la crítica constructiva, que uno sabe que realmente se hace porque hay ganas de cambiar. Y la otra es la crítica destructiva que no tiene argumentación o no tiene la suficiente consistencia como para decir “esto es así”. Entonces me parece que la crítica hay que hacerla, porque es parte de la vida: la autocrítica en primer lugar, y después la otra crítica, porque uno defiende cosas y principios que cree que son fundamentales. Eso ayuda a crecer. Esa es mi visión.
-Usted está considerado como uno de los que más camina la calle.
-Yo creo que para la misión pastoral uno debe adelantarse, adelantarse en el sentido de hacia donde crece la ciudad, cómo crece, cuáles son los servicios que hay que colocar en el sentido religioso y humano, y va teniendo una mirada más a largo plazo. No es tanto los que vienen, sino los que no vienen; los salís a buscar, como decía Jesús, “recorriendo el camino” y bueno, tendrás que dormir afuera, tendrás que estar acá, por allá, algunos te entenderán, otros no. Pero todos, todos, todos tenemos que caminar. La vida es un camino y hay que adelantarse, siempre.
Ni debate ni profundidad
-¿La gente está mejor que antes?
-No sé si está mejor o peor. Lo que sí noto es que cada día hay una separación más grande entre el que menos tiene y el que más tiene. Hay crecimiento, es cierto, y hay una cantidad de cosas que son re-positivas, pero también hay algo que cuesta mucho –no vale analizar las causas en este momento, viene de largo- pero hay algunas generaciones a las que les cuesta mucho más la inclusión, a las más jóvenes. Eso se ve claramente. Y a ellos les cuesta entender para qué. Y yo creo que eso es el fruto de muchas cosas, no solamente de una. Toda la crisis que sufrimos en 2001 no fue casual, y se fueron dando una cantidad de cosas que, aunque se remonte, aun falta todavía mucho, y eso que Tandil es un lugar especial.
-De hecho, no hubo una gran reacción popular.
-Exactamente. Pero recorriendo se ven cosas. Y acá viene de todo. Esto es un polo de crecimiento que no lo parás más.
-No solo los porteños con plata.
-No, no, viene de todo. Recorrés los barrios y te das cuenta.
-Con esa óptica, ¿hacia dónde debería apuntar lo social?
-Tendría que haber siempre presencias en determinados lugares, una descentralización progresiva ayuda mucho a la incorporación de gente en ámbitos donde hoy se siente muy sola. Esa descentralización tiene formas totalmente distintas, pero hay que hacerla.
-Usted dijo en Navidad que había que llenar de contenido, de sentido, de compromiso y de esperanza todo lo que uno hace. ¿Cree que falta profundidad en algunas políticas públicas en Tandil, que hay un mensaje “hacedor” pero de acción superficial?
- Lo que pasa es que a veces una gestión no te alcanza, en políticas de Estado cuatro años son pocos, se necesita mucho más, porque establecer políticas de Estado implica diálogo, consenso, una cantidad de cosas que, a veces, nos cuesta renunciar por el bien común. Pasa en todos lados, eh. No quiero hablar mucho de Rafaela porque soy de ahí, pero nosotros en el año ‘70 teníamos un plan regulador de la ciudad, donde no hay edificación si no hay servicios previos. El otro día estuve donde está el autódromo... están planificados todos los servicios y los barrios de tal manera que hay una cantidad impresionante. La ciudad está llegando a 100.000 habitantes, y crece, crece progresivamente bien. Me parece entonces que depende mucho del enfoque que le vas dando, son muchas variables. No es una sola.Nosotros (Tandil), en ese sentido, vamos creciendo desmesuradamente, vamos atrás, no podemos alcanzarlo, siempre quedamos retrasados porque cuando querés alcanzarlo se te viene más gente. Por eso se necesita una visión muy clara de hacia dónde querés apuntar el proyecto, un proyecto claro, y una política que sea consistente. No que se cambie, sino que se vaya acoplando o, diríamos, tomando formas distintas pero que el fundamento, la base, sea la misma.
-¿Ve esa línea en Tandil?
-No. Habría que trabajarla mucho más. Hay que trabajarla mucho más.
-Un sector de la prensa critica la soberbia de este gobierno.
-Habría que ver cuál es la actitud que hay por dentro de todo esto. No es fácil decir es “esto o es aquello”, hay un conjunto de cosas que hay que tener en cuenta: si es necesario tener más poder, por qué se tiene el poder, para qué se tiene el poder... me parece que por ahí está la cosa.
-¿Falta debate de eso?
-Creo que sí. Sí, sí, hace falta más conciencia. Una conciencia que crea en la participación y crea realmente que tiene que haber una continuidad, ¿no? A veces es como que se desconocen determinadas realidades y se les da una respuesta no adecuada. Pero eso también nos pasa a nosotros: uno presupone cosas que no se dan.
Buena gente
-Usted siempre ha usado la fe como motor comunitario: ¿esa es la manera de empezar a organizar?
-Yo parto desde ahí, desde mi visión, lo cual no quiere decir que no valore a aquellos que no parten de ahí...Yo tengo una concepción de lo que significa el hombre para mí y de lo que significa la comunidad.
-Más allá de lo dogmático.
-Exactamente. Parto de la realidad que existe, tengo una concepción de la vida que me la da la fe, para otros se la darán otros elementos, pero yo no descalifico sino que trato realmente de compartir aquello que podamos pensar juntos teniendo o no teniendo fe.
-Por último: si tuviera que autodefinirse, ¿quién sería Raúl Troncoso?
-Diría que Raúl Troncoso es un tipo medio viejo, despeinado, que trata de darse lo que puede y hasta donde puede, nada más, que tuvo la gracia grande, siempre, de haber tenido gente buena al lado. Es que uno va aprendiendo de esas cosas que te renuevan el corazón. Por eso creo que me mantengo muy joven, a pesar de la edad.
-Una más entonces: ¿cómo se lleva con el personaje que la gente ha creado de Troncoso?
-No me doy cuenta. No lo tengo registrado, es como el virus del obispo, jajaja. Yo me siento uno más, por ahí… Por ahí, sí, me agarra conciencia de que mi personalidad influye, pero por ahí nomás. Pero tengo que sacarlo de la cabeza a eso, tengo que vivir como vive todo el mundo, con una responsabilidad, claro, pero sacando eso. Como el virus.
El Jesús partido
“Le quiero hacer un reconocimiento expreso, claro y concreto, no del Presidente de la Nación sino del Estado Nacional y la República Argentina, de la Patria. Muchas gracias por todo lo que usted ha hecho, dignifica y honra. Recupera la dignidad y la moral de todos los argentinos”. ¿Recuerda esos halagos? -No me recuerdo que fuera tanto.
-Está bien. Lo dijo el Presidente de la Nación…
-Mirá vos. Es un poco por la línea de los derechos humanos, por ahí es, sí, sí. Como defensor por los derechos humanos. Es por esa línea. Uno ha trabajado y va a trabajar por la dignidad de las personas. Un respeto profundo por la dignidad de las personas te va involucrando en todo aquello que deteriora o denigra la posibilidad de un crecimiento. En eso, mi vida, creo, es muy clara y está muy marcada evangélicamente.
-Y criticada también.
-Y bueno, siempre que tomes una opción en la vida va a haber gente que esté a favor y gente que esté en contra. Jesús siempre estuvo partido entre aquello que acepta y aquello que rechaza. Vos tenés tu proyecto de vida, y algunos van a tomar una parte y otros no, y otros lo van a rechazar y otros lo van a aceptar, pero no podés claudicar en aquello que creés que es fundamental en tu vida, y yo eso lo tengo muy claro: tengo una manera de trabajar muy a largo plazo, lenta, progresiva, pero siempre muy comprometida. Y toda la línea de la Parroquia ha sido así. Cuando nosotros fuimos creando los lugares de culto pusimos al servicio de toda nuestra gente lo que realmente necesitaba, que es toda la presencia del Señor acompañada realmente de un trabajo por la dignidad, se llame ancianos, niños de la calle, adolescentes, campamentos, lo que sea. Pero me parece que siempre fueron un servicio y si se ve cada una de las capillas tienen todo un servicio: en una será una sala de auxilios, una guardería, el centro de día, lo que se te ocurra, pero está. Yo creo que no hay una fe sin un compromiso de vida.
Es el equipo de Raúl
-¿Pesa ser Raúl Troncoso?
-Si, pesa, pesa, es cierto, a veces te cuesta… las espaldas las tengo medias cargaditas, pero unas recorridas, unas caminadas, y afloja. Pero junto a eso en el equipo de la Parroquia compartimos muchas cosas, el equipo es muy importante: una cosa es un equipo de trabajo y otra cosa es trabajar en equipo, donde salen las cosas de adentro.
-¿Y usted es solidario en eso?, ¿no se impone frente a los curas que están a su lado?
-No, no, yo largo lo que pienso y lo que siento; nos vamos diciendo las cosas, vamos compartiendo nuestras visiones, eso fortifica y crea mucha confianza, tanto en la visión como en la discrepancia, y eso te ayuda a crecer.
-¿Qué balance hace de sus 45 años como sacerdote?
-¡Que yo soy tan bueno y tan grande!, jejeje. Nooo. Yo creo que dentro de las posibilidades de captar lo que ha sido la consagración, con todas las limitaciones, uno le entregó la vida a Dios y a la gente, entonces eso te plenifica, te ensancha el corazón para ser más comprensivo, más cercano, no sé…es alegría de una elección que se la va continuando, madurando y recreando permanente. Nuestro compromiso es así: toda la vida.
-¿Eso es lo que vale?
-Lo que vale o lo que he logrado es la continuidad de un estilo de trabajo que sirvió para que mucha gente creciera, se descubriera y se vaya proyectando… me parece que sí, porque son elementos fundamentales, después cada uno opta, tiene el sentido de su libertad, pero creo que ese fue nuestro trabajo, sobre todo muy paciente, muy largo y perseverante. El que me conoce sabe que siempre hemos pensado así.
-Dios tiene sus tiempos y los de Troncoso son un poco más lentos.
-(Risas). Cierto. Tengo mucha paciencia para todo esto.
-¿Las espera a la vuelta a las cosas?
-Las espero a la vuelta. Además más o menos intuís por donde caminan.
-¿Se trata de intuición o conocimiento?
-Es que uno recorre, y cuando recorrés, ves -que digas o no digas, es una cosa distinta- , vos te vas formando opinión de muchas cosas, de como tendrían que ser, o cómo las resolvés en un momento determinado, además siempre es un riesgo y el que no corre riesgos no crece.
-Está bueno eso.
-No sé si está bueno, pero que es así, es así. Si no te arriesgás y te quedás, cada día te quedás más: te volvés un tipo que no comienza a ver más de lo que piensa en ese momento, no tiene una proyección hacia delante.
Las Casitas de los Últimos Días
Semana Santa es una fecha clave para el artífice de todos los actos litúrgicos que se desarrollan en Tandil. Tal es la caja de resonancia en que se convierte la ciudad que no sería descabellado creer que Troncoso espera desde mucho antes ese día para dar a conocer un discurso bien pensado, bien rumiado. Pero no es así.
“No pienso en lo que voy a decir ese día –confiesa- cuando vos interpretas el motivo por el cual viene la gente, entonces vas tratando de responder a lo que viene a buscar. Creo que el crecimiento de la ciudad ha traído aparejado varias cosas. Para Semana Santa, hay dos tipos de gente: la que viene porque religiosamente lo siente y la que viene a descansar y que es parte de su vida participar en alguno de los actos. Es un poco como que pasa el martes santo en el Calvario ¿quien convoca?: el amor a Dios. La familia va porque sabe que se hace el “Vía Crucis de las Antorchas”. Eso no hay ni que organizarlo. La familia de Tandil va sola, se expresa de esa manera. Yo lo he invitado al Obispo este año para que venga por que me parece que va a captar el sentir de Tandil como ciudad, porque ahí no viene gente de afuera. Viene Tandil, algunos por fe y otros por religiosidad popular.
De todas maneras, para mi de todos los actos que hacemos en la Semana Santa, el más importante son “Las Escenas” a la noche, porque son tan hermosas… tan expresivo todo eso y nace de esta religiosidad, y la demuestra a través de todo ese aspecto tan hermoso… del sonido, las luces, las personas involucradas, los gestos, las actitudes; todo eso creo que entra sin darte cuenta, es un despertar de mucha gente lo religioso vivido de esa manera…
-Cuál de las dos: ¿las que se hacen en el Anfiteatro o en la cancha?
-(risas).Cualquiera de las dos… Vamos a dejarlo de lado, yo creo que hay una. La que se hace ahí ()... No es descalificar a nadie, son problemas internos, porque si se expresa en otro lugar yo le voy a rendir el mismo valor. Son cosas que no me toca a mí juzgar…
-¿Sigue pensando en que le gustaría pasar sus últimos días en las Casitas de la Esperanza?
-¡¡Ah, si, si!! Ahí es ahí donde quiero ir a parar… yo calculo que sí… ¡si es que llego..! Porque es una de las cosas preferidas ¿no? por todo, por lo que ha significado, los matrimonios involucrados en hacerla… y verla así, lo que hemos hecho y verlas así… Y la cantidad de abuelos que han pasado son muchos, y lo bien que se los ve. Esto un trabajo, de búsqueda, no tengo registro de todos pero creo que son treinta y algo de abuelos… Además como ha colaborado y trabajado la ciudad de una u otra forma, buscando unificar criterios para seguir para adelante, para darles dignidad a los abuelos. Y eso va a seguir, esté o no esté uno, porque ya está en manos de otra gente.
-¿Le teme a la vejez?
-No me doy cuenta, ¡eso es lo peor! Vos creés que tenés el mismo ritmo y te funciona la cabeza pero no te dan las patas. Pero no le tengo miedo al deterioro físico si esa es la pregunta.
-Hay Troncoso para rato, entonces.
-Uno va a hacer los deberes lo mejor posible. Pero si, el ritmo esta más lento. Lo normal, pero te cuesta admitirlo porque no te das cuenta. Lo sentís después de que estuviste haciendo lo mismo que hacías pero te sentís más cansado que antes y decís “no puede ser” pero lo seguís haciendo.