Entrevista 1: Silvina Martínez, abogada especialista en Medio Ambiente

El Camino posible


En voz de alguien que supo cómo se resolvió un conflicto tan complejo como el de las canteras (el Polo Petroquímico de Bahía Blanca) una experta tandilense dice que de nada sirven las clausuras de las explotaciones o incentivar a la población contra los empresarios mineros. Ni siquiera ve como algo viable, por ahora, a la expropiación. “Es mucho más práctico la delegación de competencias para controlar, flexibilizar posiciones y aceptar que lo hecho, hecho está. Hay que mirar para adelante, sin apremiar a nadie”, dice Silvina Martínez.Y propone la creación de una Secretaria de Medio Ambiente Municipal.

El suyo no es un testimonio más. Porque además de ser tandilense y sufrir de cerca el deterioro que soportan las sierras desde hace décadas, lo avala su profesión. Una especialidad que la llevó a ser reconocida en otras ciudades del país, donde acumuló lecciones y experiencias en un tema clave hoy para Tandil: el derecho ambiental.

Silvina Martínez es abogada. Y su gran lección de trabajo no está muy lejos de aquí. Durante años, la experta fue partícipe fundamental de los debates en Bahía Blanca por la controversia pública generada a raíz de contaminación del Polo Petroquímico. Una polémica sin salida aparente, que un día terminó en un acuerdo, sorprendente y definitivo.

Allí también hubo pujas, debates y polémicas. Martínez observa Tandil y no se sorprende: lo que sucede parece un calco del supuesto callejón sin salida que alguna vez paralizó a Bahía Blanca.

Una polémica que allá terminó en acuerdo después de un largo trabajo, y que acá parece caer en un inevitable y frustrante punto muerto. Las condiciones, parece, no son las mismas. La especialista usa citas para describir situaciones confusas. Para la disputa por las canteras tiene la suya, una paradoja de larga data, nacida de las primeras reuniones ambientales, a principio de los 70.

“La primera cumbre que se hizo sobre medio ambiente se llamaba ‘Cumbre Mundial de Medio Ambiente Humano’, en el año ‘72. En ese entonces, pensábamos que estábamos solos en la tierra, y que el medio ambiente éramos nosotros y nada más. Con el paso de los años los seres humanos nos dimos cuenta que no era así, y por eso las cumbres de medio ambiente son mundiales”, recordó Martínez.

La evocación no es caprichosa: la especialista está segura de que todos los actores involucrados en el problema de las canteras en Tandil están convencidos de que, íntimamente, están solos. Les sucede a canteristas, ambientalistas y autoridades.

Incluso, el sentimiento de soledad provoca aislamientos y endurecimiento de posiciones para intentar aumentar réditos de negociación. Una reacción que, paradójicamente, los aísla de las soluciones. Para Martínez, así no hay salida: la estrategia de fijar posturas de máxima, irreductibles, para entrar fortalecidos a una negociación “no tiene efecto alguno” y carece de la “menor efectividad”, insiste Martínez.

Recetas fallidas

“Las declaraciones estridentes, las posturas de máxima, abortar el diálogo… Todo eso no sirve para nada. Jamás desembocan en algo concreto. Cualquier bravuconada es colocar un parche sobre una herida grande. Tal vez sirva al principio para contener, pero tarde o temprano todo se va a desbordar”.

La experta en derecho ambiental, incluso, no circunscribe el análisis a los sectores involucrados directamente (Municipalidad, empresarios y ambientalistas). Además, pone en tela de juicio algunas actitudes que, muchas veces, cuentan con aval mayoritario de la sociedad.

“El apoyo popular al cierre de las canteras en Tandil es una obra del desconocimiento”, dice sin tapujos. “Porque cuando hablamos de cuestiones ambientales, la gente piensa que nos referimos siempre a contaminación de ríos, industrias o grandes desastres; pero no es sólo eso: incluye también los deshechos que uno tira en la casa, en los desagües cloacales. Creo que hay un enorme desconocimiento que nace de creer que sólo algunas actividades contaminan”, opina.

-¿Cómo fue que en Bahía Blanca sectores antagónicos pudieron encontrar una sana relación entre producción y cuidado del medio ambiente?
-En el asunto de la petroquímica, en realidad el control lo tenía la provincia de Buenos Aires, que ejercía a través una delegación, un decreto ley por intermedio del cual la provincia delegó a Bahía Blanca la cuestión de los controles y la aplicación de multas. Y la Municipalidad de Bahía Blanca, en base a ese decreto, creó algunos entes dentro de la Secretaría de Medio Ambiente, como el Comité Técnico Ejecutivo, que es un comité multidisciplinario, donde hay químicos, gente de seguridad e higiene que controla emanaciones de gases, contaminación del suelo y contaminación del agua. Con todo eso y los controles se establecen las sanciones a las industrias. La realidad es que hay un diálogo muy fluido entre la Secretaría de Medio Ambiente y las petroquímicas. Por los actores involucrados, hay un paralelismo con lo que sucede en Tandil. Cuando vi lo de las de canteras, inmediatamente asocié el tema.

-¿Qué cambios hicieron allá para poder salvar la cuestión?
-Cambió el control. Antes lo hacían desde La Plata, a 800 kilómetros de Bahía Blanca. De modo que eran muy esporádicos, casi programados. El día que iban los inspectores a especificar si había contaminación en el aire, los dueños de las petroquímicas ya tenían todo preparado dentro de las normas ISO de seguridad.

-¿Está probado que el control a distancia no sirve?
-El control a distancia no sirve bajo ningún punto de vista. Porque hay que estar en el foco del conflicto y saber cómo es la problemática diaria. De lo contrario es imposible.

-¿Con eso alcanza?
-No, en Bahía Blanca, además, hay un 0800 donde la gente pueda denunciar si hay algún escape, si siente olores determinados o si tiene algún problema ambiental. Puede llamar y denunciar el problema. La Secretaría lo levanta y le da curso, pero no en forma de expediente, sino que directamente se pone a trabajar en el problema. Va y verifica. Me parece que la Secretaría tiene que ser muy activa en ese sentido. Ahora mismo funciona, incluso, el Comité Técnico Ejecutivo, que dos o tres veces por mes sale a la ciudad y verifica por su cuenta las emisiones de gases a la atmósfera que producen los vehículos. Esto muestra que se ha expandido sus funciones, que antes estaban acotadas a controlar el Polo.

-¿Y Tandil?, ¿cuál es la solución?
-La solución en Tandil es una delegación. Tendrían que hablarlo directamente con la Provincia y tratar de presentar un proyecto para que el Estado bonaerense, a través de la ley en materia minera, pueda delegarle el control. Es el punto fundamental. No hay otra forma. Porque cerrar las canteras no es la solución.

-¿Por?
-Porque es ponerle un parche a un problema que ya existe y que además te genera otra cantidad de problemas: desocupación en primer momento, desabastecimiento y otros tantos inconvenientes de carácter ambiental. Porque no es “cierro una cantera y nada más”: la cantera funciona con una cantidad de agua determinada, son aguas estancadas, esas aguas se contaminan; además, al cerrar el espacio abierto de una cantera de un día para otro, corresponde hacer un estudio de impacto ambiental para ver cuál es la problemática que va a generar a futuro. No se puede ignorar que, donde hubo una sierra y ahora hay un agujero enorme, los vientos pasan de otra forma, y el clima pasa a ser diferente.

-En Tandil el escepticismo es cada vez mayor. Se probó un acuerdo marco que surgió tras un interminable debate. Ahora parece que prima la idea de aplicar el bisturí, definitivamente.
-Es un error. He sido testigo, y estoy convencida a pleno, de que las mesas de negociación siempre terminan en un diálogo fructífero, siempre, si hay flexibilidad, claro, porque si vos te ponés en una postura dura ante el otro y ves solamente lo que vos opinas, eso no sirve.

-¿A cuál de los sectores le dirige ese mensaje? ¿A los funcionarios municipales, a los provinciales, a los empresarios mineros?
-A todos. Y eso incluye a los canteristas. Es un ida y vuelta. Se tienen que flexibilizar posiciones desde el lado del municipio y desde el lado de las canteras. ¡Pero también hay que empezar a contener!

Negociar, negociar y negociar

- ¿Cuál debería ser la prosecución de esta historia?
-Hay que ampliar el control sobre las canteras, que ellos, los empresarios mineros tengan confianza en que uno no es que quiere cerrar las canteras y tomar tierras que les pertenecen. Las cosas se hacen de a poco. Es decir, primero se controla, se evalúa si ellos tienen ideas alternativas. Ese es el punto. Si uno se pone a negociar con una persona desde una postura inflexible, no le das al otro el lugar para que piense las ideas que tiene. Yo creo que ellos, que deben tener una idea paliativa, no están abstraídos de la realidad de la contaminación de las canteras y de la extinción de las sierras de Tandil. La clave en esta instancia es darles la confianza para que se puedan sentar a dialogar.

-Pero la realidad es que las canteras parecen ser un cáncer que va a terminar con las sierras. Suena dramático.
- Me parece que es lo mismo que la vida: cuando tenés un problema no mires para atrás. No tiene sentido entrar en detalles sobre qué pasó, qué fue lo que lo generó. El problema está. Y ahora hay que solucionarlo. Y eso de las soluciones de un día para otro no existen. Van a generar otro montón de problemas a los que después también habrá que buscarles una solución. Esto es poner un parche y generar otra cantidad de problemas que van a repercutir en Tandil.

-¿Estamos atrasados entonces? ¿Cómo se dirime una situación como esta en Europa, por ejemplo?
- En Europa se parte de la idea de que el problema ya lo tenés. Si en algún momento tenés una cantera que cumplió todos los requisitos y que la habilitaron, bueno, se busca la manera de empezar a cambiar algunas cosas. Lo que existe allá en un montón de normativas que te permiten hacer o no hacer algo. Te limitan y te controlan. Pero no seamos necios: explotaciones hay en todos lados. ¿Sabe una cosa? Acá en Tandil hay algo que me llama poderosamente la atención: no tiene Secretaría de Medio Ambiente. Es una ciudad muy verde, una ciudad que tiene un montón de recursos naturales y de problemáticas ambientales, y no tiene una Secretaría de Medio Ambiente.

-Usted dice que sería el primer paso para encontrar soluciones al estilo el “primer mundo”.
-En el Primer Mundo podríamos hablar de políticas de contención. Primero, tiene que haber un marco normativo para la creación específica de una secretaría ambiental y de un área específica que se dedique a ver estos problemas, a plantearlos y darles una solución, pero no detrás de un escritorio. Firmar papeles para que se haga esto o se deje de hacer esto no es una solución. Hay que salir de atrás del escritorio, hay que ir hasta el lugar a ver que opinan las personas y crear un marco normativo específico para que esto funcione en sí.

-El ejemplo que ha tirado sobre la mesa es el del Polo Petroquímico, pero, ¿realmente ha sido un caso tan digno de citar?
-De siete años a esta parte ha avanzado un montón en el tema del cumplimiento, porque se está muy encima, el Polo tiene que cumplir con el tema de las normas ISO, que son las normas internacionales de seguridad. Y así es como todo avanza. Un detalle: la semana pasada hubo una rotura en una cañería y tuvieron que parar la planta y arreglar la falla para después volver a producir. Y con el tema de la escasez de gas diseñaron toda una política de contención, porque había mucha gente que no trabajaba en determinado momento por las restricciones.

-Cuesta creer que hayan arribado a semejante nivel de consenso. Tandil parece muy lejos de eso, todavía.
-¿Sabe cómo empezamos a avanzar? Tuvimos un problema grave en el 2002, que fue el escape de una nube de cloro que, gracias a Dios los vientos favorecieron a Bahía y se fue para el lado del mar. Sino hubiera sido un desastre. A partir de eso fue que las políticas se hicieron mucho más restrictivas y controladas, pero también es cierto que hay mucho diálogo entre la Subsecretaría de Medio Ambiente de Bahía Blanco y el Polo Petroquímico.

-Usted no habla de soluciones categóricas, de máxima, como las que se escuchan en Tandil: prohibición definitiva de voladuras, expropiaciones...
- Lo de la expropiación de las sierras habría que analizarlo muy en detalle, como también habría que ver el costo. Una cosa es cuando vos tenés una cantera determinada, una sierra determinada. En este caso, no podés parar de un día para otro y dejar todo como está. Hay que encontrar una forma sustentable. En derecho ambiental se habla de la agenda 21, que es la que se creó a partir de la Cumbre Mundial de Río 92, que trata sobre la prevención y luego, en segundo término, plantea que a ese lugar hay que enmarcarlo de una determinada forma. ¿Para qué?, para que no siga avanzando ese daño y tratar de volver las cosas al estado anterior.

-Disculpe doctora, pero con las canteras eso es imposible: hay agujeros que avergüenzan hasta a los turistas.
-Ya sé que en las canteras es casi imposible, pero mientras tanto sería adecuado tratar de buscar una política paliativa para que eso se restablezca como una zona natural en sí.

-Estaría la alternativa de expropiar…
-La expropiación me parece que es un segundo paso para hablar. Pero no es tan sencillo: el costo económico es altísimo y Tandil vive, hay que aceptarlo, de la explotación de las canteras. Por eso también creo que es irreal pensar en una expropiación y en cerrar las canteras de un día para otro. Porque los canteristas también, en un principio, con los picapedreros, tenían otra concepción, cuidaban más el medio ambiente. Lo que pasa es que ahora, con la avanzada de la ciencia, la forma de explotación es otra y la contaminación es otra. Entonces es cuestión de sentarse a negociar con ellos y ver qué les parece, que no lo sientan como un control estricto en sí, sino que es un control para evitar males mayores. Hay que encontrar la forma de que se hagan controles que sean eficientes, efectivos y de cuidado extremo; por eso es importante que los canteristas no sientan que se los apremia. Porque así ellos se ponen en una postura demasiado rígida y no van a negociar nada. Contengámoslas, cuidemos el sentido ambiental pero creemos un marco normativo y que vayan de a poco agregándose más controles y normas que cumplir.

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