La tasa retributiva aumentó hasta un 120 por ciento. Pero la gestión Lunghi sólo dispuso 6 empleados para cubrir toda la ciudad, aunque en el presupuesto figuran 15. Gestiones anteriores ubicaron hasta 25 empleados para esa tarea. Una política de personal donde sobran punteros y escasean operarios. El gabinete admite "una deuda con el vecino": a confesión de parte…
La escoba de la Comuna, cual amor de "El Principito", es "invisible a los ojos". Peor aún: las tasas siguen subiendo, y el Ejecutivo continúa en tren de defensa de un sistema centralizado que privilegia la limpieza de las calles dónde viven los sectores de mayores recursos, en tanto que la periferia resulta damnificada por la indiferencia.
En el microcentro, los empleados municipales pasan todos los días; mientras que en las afueras, los privilegiados que tienen asfalto no observaron uno durante años. Es más, para crispar aún más los ánimos de quienes viven en los lugares más alejados, la gestión preparó -como en las anteriores ediciones- un intenso rastrillaje para que en Semana Santa la ciudad se muestre limpia al turista, en una clara maniobra para esconder "la mugre debajo de la alfombra".
Según el artículo 69 de la ordenanza fiscal, de acceso público en la página web de la Comuna, la tasa que antiguamente se conocía como "alumbrado, barrido y limpieza" hoy estipula que el Estado local debe asumir obligatoriamente los servicios de: "recolección de residuos domiciliarios, destino final de la basura, barrido de calles pavimentadas, riego de calles de tierra, conservación de desagües pluviales, poda de árboles y conservación, señalización y ornato de calles, plazas y paseos". Precisamente, tres de esos objetivos a cumplir son sólo palabras vacías o poco fundamentadas en los hechos.
Pero hay otro agravante que termina estrangulando el bolsillo de los que menos tienen: un regresivo aumento de la polémica tasa.
Manuel Olivares (84) es jubilado, y su testimonio, que llegó al Palacio de Belgrano al 400 en forma escrita, resulta esclarecedor: la retributiva sufrió un "enorme aumento de entre el 60 y el 120 por ciento; mientras mis ingresos, en los últimos 15 años, no sufrieron subas mayores al 20 por ciento. No comprendo cómo la Municipalidad concreta un aumento tan elevado que hace que los esfuerzos efectuados durante mi vida útil se vean resentidos profundamente y reduzcan los haberes hasta casi los límites de la pobreza". Como él, miles de vecinos.
Estafar: "sacar dinero a alguien mediante engaños o astucias. Defraudar, decepcionar". El verbo, en este caso no alude a una multinacional de la TV por cable o telefonía que factura una boleta cuando los canales no se ven o la línea está cortada. Tampoco refiere a esas pastillas que en la pantalla chica prometen adelgazar a los clientes 10 kilos en dos días. Aquí, la Municipalidad -a la vista de todos y durante años- le cobra al vecino por un servicio que no presta: el barrido público.
La escoba de la Comuna, cual amor de "El Principito", es "invisible a los ojos". Peor aún: las tasas siguen subiendo, y el Ejecutivo continúa en tren de defensa de un sistema centralizado que privilegia la limpieza de las calles dónde viven los sectores de mayores recursos, en tanto que la periferia resulta damnificada por la indiferencia.
En el microcentro, los empleados municipales pasan todos los días; mientras que en las afueras, los privilegiados que tienen asfalto no observaron uno durante años. Es más, para crispar aún más los ánimos de quienes viven en los lugares más alejados, la gestión preparó -como en las anteriores ediciones- un intenso rastrillaje para que en Semana Santa la ciudad se muestre limpia al turista, en una clara maniobra para esconder "la mugre debajo de la alfombra".
Lo más sorprendente: ni el propio gabinete se anima a desmentir la evidente ausencia estatal en la materia (ver entrevista a Lino Fernández).
La pregunta de sentido común que puede formular cualquiera que paga religiosamente sus tributos: ¿Debo asumir mis obligaciones de buen contribuyente si a quién le “alquilo” los servicios no me responde por tales? La respuesta ética debería ser: sí. Pero también caben las repreguntas: ¿Por qué el Gobierno impunemente falta a sus obligaciones legales? ¿Dónde va a parar la plata que no se gasta en el barrido, entre otros servicios de deficiente o nulo efecto real?
Achique
Acento Propio investigó la realidad actual en el Área de Servicios Municipal, y detectó contradicciones que denuncian anomalías en la conducción municipal. Durante la década en que gestionó Julio José Zanatelli, la dependencia contaba con 25 operarios dedicados a la tarea de barrido. Pese a que la ciudad se extendió geográfica, poblacional y súbitamente en los últimos años, esa cuadrilla se redujo a menos de la cuarta parte: sólo seis personas cumplen hoy dicho rol.
Además, esta publicación pudo desnudar la mentira oficial en torno a la cantidad de empleados declarados en el presupuesto y los que verdaderamente fueron designados para determinada función, irregularidad que excede al tema en cuestión: tanto en el cálculo de recursos humanos de 2006 como del corriente, la administración comunal dice requerir dinero para solventar los salarios (y cargas sociales) de 15 trabajadores para el barrido.
Pero según corroboró el director de la repartición, actualmente se desenvuelve media docena. Así como la gente de los barrios nunca ve a los barredores públicos pasar frente a sus casas, parece que ocho operarios "desaparecieron", y poco se sabe sobre dónde van a parar sus sueldos.
Según el artículo 69 de la ordenanza fiscal, de acceso público en la página web de la Comuna, la tasa que antiguamente se conocía como "alumbrado, barrido y limpieza" hoy estipula que el Estado local debe asumir obligatoriamente los servicios de: "recolección de residuos domiciliarios, destino final de la basura, barrido de calles pavimentadas, riego de calles de tierra, conservación de desagües pluviales, poda de árboles y conservación, señalización y ornato de calles, plazas y paseos". Precisamente, tres de esos objetivos a cumplir son sólo palabras vacías o poco fundamentadas en los hechos.
Pero hay otro agravante que termina estrangulando el bolsillo de los que menos tienen: un regresivo aumento de la polémica tasa.
En concepto de Tasa Retributiva de Servicios, durante 2006 la Municipalidad recaudó más de 3.600.000 pesos; en tanto que para el corriente, esa cifra superará los 7.000.000 de pesos (si se suman 5.210.000 pesos del corriente más deudas de años anteriores, por alrededor de 1.832.000 pesos). Cabe señalar que dicho tributo se incrementó (promedio total, facturación) en un 76 por ciento en relación al ejercicio anterior.
Manuel Olivares (84) es jubilado, y su testimonio, que llegó al Palacio de Belgrano al 400 en forma escrita, resulta esclarecedor: la retributiva sufrió un "enorme aumento de entre el 60 y el 120 por ciento; mientras mis ingresos, en los últimos 15 años, no sufrieron subas mayores al 20 por ciento. No comprendo cómo la Municipalidad concreta un aumento tan elevado que hace que los esfuerzos efectuados durante mi vida útil se vean resentidos profundamente y reduzcan los haberes hasta casi los límites de la pobreza". Como él, miles de vecinos.
¿Qué porción de esa gran torta, de amplia voracidad recaudatoria, irá a la limpieza de las arterias públicas de la periferia?
Lino Fernández admitió que el barrido es "totalmente insuficiente"
"Estamos en deuda con la comunidad y se debe a la falta de personal”
El director de Servicios de la Municipalidad reconoció en entrevista con "Acento Propio" que requiere sumar al menos 10 empleados y una barredora más para mejorar significativamente en materia de barrido público.
-Un reclamo constante del vecino es la ausencia plena de personal y/o maquinarias en las tareas de barrido. ¿Qué explicación puede darle?
-(Linos Fernández) En lo que a mí compete, asumo la responsabilidad. Comparto el diagnóstico parcialmente, porque el problema no es generalizado. Sé que estamos en deuda con la comunidad en cuanto al barrido. A medida que avanzó el tiempo, por distintas circunstancias, fue disminuyendo la cantidad de empleados destinados a esa tarea.
-¿Cuál es la cuadilla actual para cumplir este rol?
-Seis personas más la máquina barredora. Es prácticamente nada, son totalmente insuficientes. El intendente y su gabinete lo saben, así como yo, que lo asumo porque lo sufro: soy la cara visible y debo asumir las responsabilidades. Así como usted lo consulta, recibo llamados telefónicos de la gente y trato, por todos los medios, de ir morigerando el tema para cumplir en la medida de mis posibilidades.
-¿Qué horario realizan y qué zonas cubren?
-De 6 a 14. Se puede medir por cuadras, pero todo es relativo. Hay lugares que para hacer 100 metros tardan 40 minutos o más, y otras que duran 15 minutos, depende de la cantidad de basura que haya sobre el cordón.
-¿Hay prioridades vinculadas a la zonificación?
-Tenemos personal que trabaja exclusivamente en el micro y macrocentro, donde se barre todos los días, porque es el corazón de la ciudad, al que concurrimos todos: no es un barrio. Nuestras familias y los visitantes pasan por allí asiduamente. Lamentablemente se acumula mucha basura en este sector, por la desaprensión general: en cada cuadra hay tres papeleros y no son lo suficientemente usados. Además, de lunes a sábados el rastrillaje empieza en las primeras horas de la mañana, y los empleados de los distintos comercios barren la vereda y los locales, arrojando los desechos a la calle. Entonces hay que volver a pasar; es un problema cultural.
-Afuera de las cuatro avenidas, ¿cuándo llega la prestación?
-La prioridad se fija desde adentro hacia fuera ("implosión"). Por ejemplo, en este momento estamos en la calle Circunvalación (ISER), camino a "El Solcito". Se concurre de acuerdo a los reclamos.
-¿Cómo se le explica al contribuyente que abona una tasa por la que no se le retribuye el servicio?
-Se tiende a mejorar paulatinamente. Es un problema presupuestario. Hay intención de incorporar gente para reforzar las cuadrillas, y no lo podemos materializar porque no está aprobado (en el Concejo Deliberante).
-¿Cuántas personas necesitaría usted para mejorar significativamente?
-Diez empleados más: podría formar tres cuadrillas que rendirían. La barredora, que se compró durante la época de Zanatelli y luego (Indalecio) Oroquieta desactivó, para luego ser recuperada, está destinada a las avenidas: Lunghi, Estrada, Brasil, o sea, las entradas principales a Tandil. También está previsto adquirir otra barredora de última generación y un camión compactador para recolección. En nuestra ciudad hay mucho viento y se acumula arena en los boulevards y cordones, y por lo menos hay que pasar una vez por semana.
-Se le achaca a la gestión Lunghi que incorporó mucho personal de traje y poco de overol: ¿usted comparte este cuestionamiento?
-No puedo abrir crítica sobre las políticas implementadas por un determinado Gobierno. El doctor Lunghi y (Mario, secretario de Planeamiento y Obras Públicas) Civalleri saben de esta situación, y están preocupados en solucionarlo. En las áreas operativas, llámese Vialidad, Parques y Paseos y Servicios estamos disminuidos en lo que a cantidad de personal se refiere. Pero sobre lo que usted me pregunta, no puedo expresarme a favor ni en contra, pues no tengo autoridad para determinar que tal o cual persona entre a trabajar en la Municipalidad.
-¿Tiene un mensaje final para el vecino?
-Quiero reconocer, en el porcentaje que a mí compete, que estamos en deuda con los vecinos, y que tengo pleno convencimiento que lo vamos a superar. En los últimos días me facultaron para trabajar en horas extras. Pensamos hacer barrido por sectores de zonificación. Me faltan herramientas, hasta que se apruebe el presupuesto.
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